– Zig Ziglar
Soy Vale Muda, empresaria, emprendedora por naturaleza, audaz, con fuerza resiliente. Creo fervientemente en los espacios donde prevalece la equidad. Lidero con determinación, con una visión transformadora y de género. Confío en la capacidad de las mujeres para desafiar lo convencional y demostrar que no hay límites.
Para mí, el liderazgo va más allá de un título o posición; es una llamada a inspirar y guiar a otros hacia un destino común, de crear un entorno propicio para el crecimiento y el avance constante. Ser líder significa ser un creador de escenarios, alguien que no solo dirige un equipo, sino que lo empodera y lo impulsa a alcanzar su máximo potencial.
Esta frase ha resonado en mi alma como un recordatorio constante de la esencia del liderazgo: valentía, determinación y la capacidad de trazar un camino incluso en las circunstancias más adversas.
Hoy en día, mi labor como líder se manifiesta principalmente en MEDIHOME, donde tengo el privilegio de guiar y acompañar a las personas en el cumplimiento de los objetivos que planteamos desde la dirección hasta toda la estructura, a lo largo y ancho de la Argentina. Es un honor liderar un grupo que trabaja incansablemente por mejorar la calidad de nuestro servicio y contribuir al bienestar de nuestra comunidad.
Desde esta posición, mi misión va más allá de la gestión diaria. Busco ser un catalizador de cambio, promoviendo la diversidad y equidad en todos los sectores. Creo firmemente en el poder transformador del liderazgo femenino, no solo en las organizaciones, sino en la sociedad en su conjunto. Mi enfoque implica construir puentes, resolver conflictos y adaptarme a los cambios con la resiliencia como bandera.
En los últimos años, hemos ganado un protagonismo significativo, aún así todavía enfrentamos obstáculos en nuestro camino hacia la igualdad de género. Creo que las mujeres tenemos un estilo de liderazgo único, orientado hacia la empatía, la colaboración y la resolución de problemas.
En un mundo lleno de desafíos, creo que nuestro impacto se mide por la huella que dejamos en el camino hacia un futuro más justo y próspero para todos. Como líderes, tenemos la responsabilidad y el privilegio de trazar ese camino, enfrentando las tormentas con coraje y determinación, siempre con la mirada puesta en un horizonte de igualdad y oportunidad para todos y todas.
Cuando hablamos de este concepto, que cada día entra más en auge, hablamos particularmente de las diferencias que existen hoy día entre hombres y mujeres. Hablamos de identificar, cuestionar y valorar la discriminación, desigualdad y exclusión de las mujeres, que se pretende justificar con base en las diferencias biológicas entre mujeres y hombres, así como las acciones que deben emprenderse para actuar sobre los factores de género y crear las condiciones de cambio necesarias que permitan avanzar en la construcción de la igualdad de género.
Hace años se viene hablando del concepto del techo de cristal, un concepto que habla de la desigualdad que hay en el ámbito laboral entre hombres y mujeres, los obstáculos que tenemos al momento de querer alcanzar puestos de liderazgo o algo tan básico como tener mismos salarios, sin importar a qué género pertenezcamos. El techo de cristal es esa barrera invisible que impide que las mujeres alcancemos las mismas posiciones de poder que los hombres y que está relacionada directamente con las normas y los estereotipos que ha delimitado el patriarcado.
De acuerdo a varios informes, la presencia de mujeres en posiciones de liderazgo, el nivel de capacitación de la fuerza laboral, el uso de tecnologías avanzadas, y una cultura empresarial favorable son los principales factores que inciden en la equidad de género en las empresas de la región.
Está claro que el porcentaje de mujeres en puestos de liderazgo y como conductoras y dueñas de empresas ha ido en aumento en los últimos años, sin embargo, el proceso es extremadamente lento.
Se estima que para América Latina sólo el 14% de las firmas son de propiedad femenina y los directorios de la región contaban con apenas un 15% de participación femenina.
Hay estudios que demuestran que las mujeres han ido ganando terreno en el mundo empresarial en las últimas décadas, aunque también es cierto que ese crecimiento se ha ido estancando. Actualmente, a nivel mundial, solo un 32,4% de los puestos de alta dirección en empresas medianas son ocupados por mujeres.
Si nos circunscribimos exclusivamente a la Argentina, según un informe de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) de 2021, sólo el 6,9% de las grandes empresas, el 4,7% de las medianas y el 9,5% de las pequeñas eran dirigidas por mujeres.
Las mujeres tenemos la capacidad y el espíritu para liderar con otras bases, como empatía, cooperación, creatividad, resolución de problemas, comunicación asertiva, versatilidad, compromiso, predisposición al cambio, entre otros. Si tan solo pudiéramos ir achicando esa brecha de desigualdades entre hombres y mujeres, contribuiriamos con una sociedad más justa, equitativa, se abriría un mundo de oportunidades a niñas y mujeres.
La internación domiciliaria se plantea como un recurso para repensar y adaptar la prestación de la atención sanitaria y social de las personas con necesidades complejas. Surge como modalidad de atención en el año 1947, en Nueva York y, desde ese momento ha cobrado interés en todos los países, dado que el sistema permitía la atención de pacientes seleccionados con reducción de costos, aumentando la disponibilidad de camas en hospitales.
Dado que la internación hospitalaria, a veces, no resulta ser la mejor alternativa para el paciente y la familia ya que suele ser estresante y agotadora tanto física como emocionalmente, la internación domiciliaria se plantea como una herramienta alternativa que genera beneficios para todo el ecosistema vinculado (financiador, prestador, familia y paciente).
Cuando hablamos de internación pensamos en un todo, la situación del paciente y la de su contexto, la familia y el medio donde él se ha desarrollado, afianzando las habilidades y comprometiendo la disposición de ellos y de cada uno en particular. La variabilidad en cada caso, compromete a formular la accesibilidad a un modelo único para cada paciente, diseñado para su bienestar y el de la familia que lo acompaña.
Los beneficios que la internación domiciliaria tiene para el paciente, su familia, los profesionales intervinientes y los financiadores, junto con su inclusión, en Argentina, dentro del Programa Médico Obligatorio, han determinado un aumento exponencial de esta modalidad de atención en los últimos años, más aún después de la pandemia Covid-19. A esto se le suma el avance de las tecnologías que ha permitido asistir pacientes con asistencia respiratoria mecánica en su hogar y en zonas de difícil acceso.
Este modelo de atención contempla todas las necesidades de la persona en su proceso de convalecencia, recuperación y rehabilitación. Garantiza que el paciente, cualquiera sea su complejidad médica, pueda ser atendido por un equipo multiprofesional e interdisciplinario, además de recibir toda la aparatología necesaria en la comodidad de su hogar. Está comprobado además que mejora la calidad de vida de las personas en su entorno familiar, posibilitando así el alta temprana, evitando infecciones hospitalarias, reduciendo la tasa de reinternaciones y acompañando a las personas en aquellas patologías crónicas irreversibles o períodos terminales junto a sus familiares.
La internación domiciliaria es una respuesta concreta a las necesidades de atención de la salud de los ciudadanos. Una alternativa asistencial pensando en la salud desde un punto de vista integral, ligado a valores como la convivencia familiar, entorno, afecto y responsabilidad participativa y conjunta no exclusivamente médica.
Es una práctica que apunta a estar más cerca de las personas que necesitan ser atendidas, un concepto moderno que combina la eficiencia de un equipo de salud interdisciplinario con recursos técnicos de actualidad, para lograr así una prestación ambulatoria cuyo papel fundamental es resguardar la autonomía y calidad de vida del paciente.
Si bien debería ser considerado un modelo de atención superador, todavía falta mucho camino por recorrer. Faltan datos estadísticos que demuestren que este sistema de atención es eficiente y necesario. Falta una integración de los sistemas público y privado. Si bien complementa la internación nosocomial, y trae múltiples beneficios para el paciente y su familia, incluso para los profesionales intervinientes ya que favorece las relaciones profesionales entre distintos niveles asistenciales, no todas las personas pueden acceder a esta modalidad de atención. Sólo lo hacen aquellos que tienen una cobertura social, ya sea dentro del sistema de seguridad social, ART o Empresa de Medicina Prepaga.
Queda un universo amplio (en Argentina representa el 36 % de la población) sin cobertura, que es aquella que pertenece al sistema público. Y es allí donde se encuentra el desafío.